Este es el título de un artículo aparecido en ABC el pasado martes. No es frecuente que se dé información al lector sobre los enormes intereses que mueve un hombre-anuncio como Fernando Alonso. Es peligroso para los intereses de algunos que el aficionado se ponga a pensar en cómo juegan con él para llevarle a "pastar" donde les conviene.
Tampoco es que vaya muy allá la noticia. Sólo son unas migajas, sin el menor ácido crítico. Pero a nosotros nos viene bien para irnos curando la inocencia.
Lo voy a poner en el primer comentario mientras se me ocurre otra forma. Antes de leerlo échale un vistazo a la imagen que acompaña a la noticia. Faltan patrocinios, entre ellos uno detestable, sabiendo cómo los niños adoran al campeón. ¿Cuál?. No te conformes con decir la marca y comienza a darle vueltas a este juego de intereses tan dominante en nuestro mundo.
Este es el artículo al que acompaña la fotografía de la entrada:
ResponderEliminarMultinacional Alonso
JOSÉ CARLOS CARABIAS
SAO PAULO. El pasado jueves un empleado de Renault levanta la ceja en típico gesto inglés, flema educada, algo altanera. «Eres afortunado si Alonso te concedió una entrevista larga», dice al hilo de una nueva solicitud. Y para apoyar su argumento extrae un informe de una mesa de oficina. El documento indica que en 2005 Alonso fue reclamado para 960 entrevistas. Entonces no era aún campeón del mundo. La cifra se ha doblado en 2006. Como también lo han hecho los ingresos y la proyección del asturiano, una multinacional gestionada en pocas manos.
Su imagen se ha convertido en un reclamo publicitario. En la tele Alonso baila claqué, pilota coches en la Edad Media, juega a la Play, acude en el R26 a comprar seguros, saborea mermelada de frambuesa o luce un elegante reloj. También realiza el saque de honor en Getafe por coincidencia de patrocinador, promociona inmobiliarias, presta su imagen para Michelín o ficha por Cajastur. Por esos recovecos indescifrables del carisma, Alonso vende, es una garantía.
El halo sibarita de la F-1 y el hechizo del asturiano como conquistador de ese mundo han disparado su cotización. La imagen de Alonso se ha ligado a Mutua Madrileña, Sandoz (relojes), LeasePlan (coches en alquiler), PSG (mensajería), Telefónica, Gurú (ropa) Buckler, Grupo Pinar (inmobiliaria), Quicksilver (prendas deportivas), Hero, Play Station y Cajastur. Públicamente ninguna empresa ha manifestado descontento por la relación con Alonso, cuyo carácter a todo o nada no ha influido en las ventas, siempre al alza.
«Sin todos estos patrocinadores sería imposible que existiese la F-1». Quien así habla es Luis García Abad, madrileño de 40 años, licenciado en filología hispánica, antiguo responsable de marketing de LeasePlan y mánager del asturiano desde 2003. El piloto le contrató hace cuatro años y Abad montó una empresa para dedicarle exclusividad. Una oficina ubicada en la carretera de Burgos, a las afueras de Madrid, donde trabajan seis personas, planea cada paso de Alonso al margen del equipo Renault.
Cada anuncio en el historial de Alonso es un mundo, aunque a fin de cuentas los formatos no varían. «Se nos presenta una historia de rodaje -cuenta García Abad-, se aprueba o se corrige por nuestra parte, se negocia el contrato, se gestionan los derechos de imagen, se pactan las horas de exposición, se controla el número de impactos (los llamados GRPS) y se estudian las estadísticas para no saturar al consumidor. Dicho así parece que no es nada, pero lleva su tiempo. Montmeló suele marcar el ecuador del año. Hasta entonces el volumen de trabajo es altísimo. Luego desciende».
Hasta la oficina de Abad han llegado todo tipo de peticiones, aunque ninguna como la de una empresa norteamericana. Pretendió que Alonso rodase un anuncio conduciendo el R26 sobre el Lago Salado, célebre escenario del estado de Utah por su alta densidad salina y que cubre un área de 4.000 kilómetros cuadrados.
Los estudios de mercado juegan a favor del personaje. Un sondeo de Gallup colocaba a Fernando como la cuarta persona más famosa de España, detrás de Julián Muñoz, Isabel Pantoja y Zapatero. Un dato que ha aportado dividendos extras para Renault, líder de ventas y cuya vida a partir de ahora sin Alonso es una incógnita.
Vende en España y Europa, pero sobre todo vende en Asia. El patrocinador principal de Renault hasta este año, la tabaquera Mild Seven, «dispone» de Alonso un número de días al año. Y lo mismo sucede con el resto de sus patrocinadores: pueden «alquilar» al piloto para sus campañas según dispongan los contratos. En Tokio se ha pasado medio invierno realizando exhibiciones en circuitos, acudiendo a salones del automóvil o inaugurando concesionarios. Un día en Japón y al siguiente en Melbourne, Budapest o Málaga. «Preferiríamos estar más tiempo en Europa, pero para Renault ha sido más interesante el mercado de Filipinas, Corea o Indonesia».
COMENTARIO DE SHEILA Y JENI:
ResponderEliminarEn la fotografía de la noticia no aparece la imagen de la tabacalera Mild Seven, ya que tendría una pésima influencia sobre el comportamiento de los jóvenes, debido a que promocionaría un mal uso del tabaco. Nos intentarían trasmitir e influenciar mediante la imagen del bicampeón, Fernando Alonso, que al ser él el que lo patrocina incitaría a la juventud a consumirlo.
En esta foto vemos a Fernando Alonso alzando su brazo y con la mirada mirando a la mano,eso es el signo de la victoria,cuando gano por segunda vez consecutiva el mundial de fórmula uno.Yo creo que los medios de cumunicación no empezaron ha sacarle en los periodios,revistas,le televisión etc... Hasta que no empezó a ganar carreras,después de eso salió haciendo anuncios y a salir en distintos sitios,pero antes no le apollaba casi nadie.
ResponderEliminarEn esta imagen vemos a Fernando Alonso que para muchos de nosotros son nuestros idolos a seguir.
ResponderEliminarDe esto se dan cuenta los publicistas usándolos de forma continua, para que en cada lugar que salgan muetren las marcas publicitarias de cada producto, no se conforman con poner las marcas detras de el, si no que cada parte del mono tiene una marca diferente, no dejan ninguin hueco libre no se salva ni el casco.