sábado, 19 de noviembre de 2016

"Me ha decepcionado la superluna". La realidad como espectáculo.

Imagen recibido a través de Whatsapp. Ver al final de esta entrada.

"Me ha decepcionado la superluna", me comentó un familiar el día siguiente de la superluna. La expectación creada por los medios puso a medio país a mirar el cielo. 

Y en este caso concreto eso está bien, y más cuando en las ciudades solo hay ojos para los escaparates.

Me imagino que mi familiar no fue el único. Seguramente muchos de nosotros y nuestros alumnos vivieron una decepción similar. 

Lógico. Con la lógica de quien confunde imagen con realidad, mirada inocente del analfabeto audiovisual.



En los días previos los medios, todos, se habían encargado de fabricar una enorme expectación, tan enorme como las proporciones de la luna re-creada con los recursos audiovisuales adecuados.



NO ME ESTROPEEN EL ESPECTÁCULO, POR FAVOR

Pocos, muy pocos, bajaban a la realidad con una información sin distorsionar, con imágenes e informaciones como estas, que desmentían la espectacularidad exagerada del fenómeno. No interesaba aguar la fiesta, claro:



Información de National Geographic sobre la visualización del fenómeno (la negrita es mía):


“Aunque la “Súper luna” tuvo un 20 por ciento más de brillo y fue un 15 por ciento más llena de lo normal, el efecto visual puede ser sutil”  agregó Anthony Cook, observador astronómico del Observatorio Griffith en Los Ángeles.
"Dudo que la mayoría de la gente se diese  cuenta de nada inusual durante esa luna llena", dijo Cook.
"Debido a que la cantidad total de luz es un poco mayor, la diferencia más notable fue en la cantidad de luz que llegó a la tierra, pero las diferencias no fueron suficientes para ser evidentes”.  




UN GRAN ESPECTÁCULO MEDIÁTICO. "¿ACASO NOSOTROS MANIPULAMOS LA INFORMACIÓN?".

Los titulares del día siguiente "desmentían", contradecían, la decepción de tantos. La prueba estaba en (casi) todas las portadas de los diarios y telediarios. En unas más que en otras:



No manipulaban la información, manipulaban la realidad y escondían la información.

Los dos extremos de esta selección estaban en El País (¡ay!) y en el Heraldo de Aragón. Cuestión de utilizar una distancia focal u otra (teleobjetivo o angular normal). Y de higiene informativa, claro:





UN BUEN MOMENTO TAMBIÉN PARA LA AGITACIÓN ALFABETIZADORA

Ese mismo publiqué estos dos tuits



En Whatsapp se me ocurrió esta "gracia" cuando un familiar me mandó la imagen que encabeza esta entrada:






FABRICAR TU SUPERLUNA O SUPERLOQUESEA Y APRENDE ALGO MÁS DE RETÓRICA AUDIOVISUAL.


Si surge en clase o nos proponemos  trabajar un tema como este, hay que pasar a la acción. Esta completa entrada de Antoni Cladera en PhotoPills nos da las claves para ello, aprendiendo de paso algunos elementos básicos de la técnica del lenguaje audiovisual. Lástima que para estos casos no siempre vale la cámara de nuestros/sus móviles.




ALGUNAS CONCLUSIONES 

  • Los medios crean la realidad y deciden lo que existe y lo que no. La base de la manipulación de lectores y espectadores no está en la mentira, sino en el uso interesado de la retórica audiovisual que parte del falso supuesto de la identificación de la imagen con la realidad.
  • Cuando re-crean la realidad lo hacen al servicio, no tanto de la información, como del espectáculo. Cuando más espectacular parezca la realidad, más fácil es captar la atención del lector-espectador. En digital: acumular clics.
  • Los espectadores, en el fondo, no son tontos, y si se paran a pensar saben que lo saben, pero la imaginación y el deseo pueden más y se dejan llevar, abriendo con ello la puerta a la manipulación de su atención.
  • Los lectores/espectadores tenían en este caso una ventaja: sabe cómo es la luna, la ven continuamente sin intermediarios.  Imaginemos que no han visto la luna y sacaremos unas conclusiones preocupantes cuando la realidad de la que nos informan los medios no la conocemos directamente.
  • Si todo esto lo aplicamos a otros aspectos de la realidad menos neutros que una noticia científica, y más pendientes de prejuicios e intereses ideológicos y políticos, entenderemos la urgencia de conocer mejor la retórica audiovisual y sus trucos para la formación de una ciudadanía menos manipulable.
  • Noticias como esta son un magnífico punto de partida para motivar y guiar la exploración de los alumnos de situaciones en las que se evidencia, más allá de su parecido, la radical diferencia entre imagen y realidad.



UN APUNTE FINAL SOBRE LA NETIQUETA

Por cierto, la foto de la cabecera tiene autor, como todas. Estuve un rato buscando la autoría hasta que encontré que es de Paco Fuentes Vicario, un notable fotógrafo, algo efectista para mi gusto. Firma sus fotos para evitar el pillaje, pero los que se apropiaron de ella realizaron un corte interesado para suprimirla. ¿Cómo no llamar a esto robo? Ya no me conformo con falta de respeto o netiqueta.

2 comentarios:

  1. Ángel, aplaudo tu amplia y argumentada reflexión en torno a este fenómeno. Aunque, permíteme discrepar. Algunos espectadores sí son algo tontos o bien acríticos. Se dejan arrastrar por noticias efectistas que aglutinan a la gente. La noticia de la superluna bien podría calificarse de una "flasmob" mediática: todos a mirar la luna, anda. Tonto el último. Y sí, muchos se decepcionaron, pero callaron. No como tu pariente.

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  2. Tienes razón, por desgracia. Hay mucho atontado funcional. Ese es el gran éxito de los media y los que están detrás de ellos. Y así nos va, claro, con gobiernos como el nuestro o el reciente triunfo de Trump.

    Me he explicado mal, está claro, al poner la negrita sobre el "no son tontos". Me faltó poner "en el fondo" (lo hago ahora). Nos atontamos (unos más que otros, claro) cuando no subimos a nivel de la conciencia lo que en el fondo todos conocemos.

    Conocemos el código del lenguaje audiovisual, pero lo hacemos de forma automática, no reflexiva. Por eso vemos sin problema la televisión o las imágenes como las de la superluna sin entrar en pánico como aquellos primeros espectadores de los Lumière. Lo aprendimos por contacto y lo utilizamos sin pasarlo por el filtro de la racionalidad. Quedamos entonces atrapados por la seducción del espectáculo y los sentimientos primarios. Pienso en Trump, ¡ay!

    Gracias, Lu, por dedicarme un ratito.

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