lunes, 3 de junio de 2013

Vodafone, el Metro y la mercantilización de los espacios comunes

Hace unas semanas, conocimos la noticia de la nueva “innovadora iniciativa publicitaria por la que la Estación Sol y la Línea 2 de Metro se llamarán Vodafone (El País). La campaña prevé la integración de los logos de Vodafone en varios de los elementos de las estaciones: en los accesos, en los directorios de los vestíbulos y pasillos de todas las estaciones, en los directorios de los andenes, en los teleindicadores, en los trenes de la línea, así como en los vestíbulos, andenes, pasillos y trenes del resto de estaciones de la red donde se mencione la correspondencia con la línea” (El economista). Una estrategia publicitaria que ya había sido ensayada el año pasado, en que Samsung modificó el nombre de la Estación Sol durante un mes (El Mundo), y por la que se ingresarán 3 millones de euros (1 millón por año).  

De los creadores del piloto-anuncio llega... el político-banner
Fuente: Cadena SER






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Esta estrategia busca, básicamente, aprovechar la enorme afluencia de un servicio de transporte público como es el Metro de Madrid (a nivel nacional e internacional) para lanzar una campaña en la que vemos dos elementos clave:
  1. La necesidad diaria de miles de personas de pronunciar el nombre de la “Estación Sol” para dar indicaciones, comunicarse entre ellas, orientarse, ubicarse. La técnica logo-“bombardeo” no es nada nuevo: en nuestro país tenemos los ejemplos de la Liga BBVA o la Liga Endesa.
  2. El elemento emocional que hará que el ¿consumidor/espectador/usuario/cliente/ciudadano? asocie el tradicional color rojo de la Línea 2 con el rojo del logo de Vodafone. Parece que sus expertos en marketing buscan la campaña publicitaria dilatada en el tiempo y gratuita de otros emporios más avezados, como Yves Klein o Valentino, que bautizaron sendos colores (azul klein, rojo valentino) repetidos constantemente, a todas horas, en todos los lugares del mundo, sin costar un céntimo a estas empresas. Los tiburones de la empresa de telefonía móvil se relamerán pensando en un futuro no muy lejano en que todos (clientes y no clientes) comentemos con naturalidad que no sabemos si comprarnos un coche “azul movistar o rojo vodafone”.¡Gran éxito!

La campaña ha tenido una gran repercusión en muchos ciudadanos de nuestro país, posicionándose una gran mayoría en contra y un número nada desdeñable de personas a favor. Resumamos los puntos que han hecho que esta noticia corriera como reguero de pólvora por las comunidades “comentadoras” y la blogosfera de nuestro país:
  • La perversidad de mezclar lo privado con lo público y viceversa: un asunto que transciende más allá de la publicidad en el Metro de Madrid, y que se ha convertido en uno de los mayores lastres en la gestión administrativa. Todos conocemos la puerta giratoria o la aplicación de tasas (a veces por triplicado: léase el registro de la propiedad, los notarios y el catastro, esa tríada intocable) por servicios públicos. Ateniéndonos a lo que nos concierne, podemos citar el caso de la Televisión nacional (RTVE), que hace unos años dejó de emitir publicidad entendiendo que los ciudadanos ya habían pagado por ese servicio y que ser incitados al consumo era hacerlo doblemente.
  • La mercantilización del espacio común: el Metro de Madrid entendemos que es un espacio público, construido con obra pública y financiado por los ciudadanos (a través del billete y los impuestos). ¿Hasta qué punto es lícito esta publicidad por emplazamiento en todos los aspectos de la vida?
    Fuente: Marketing4food

    Esto podría llevarnos a otras reflexiones sobre la mercantilización del bien común, del que el espacio común no dejaría de ser una manifestación física. Es la lógica que lleva a empresaurios y politicastros a inventar algo tan casposo como la cacareada “Marca España”, como si fuera posible hacer “rebranding” de un país.
    Fuente: La Kacerola

  • La opacidad de la administración pública: para aquellos que intenten rebatir (a favor o en contra) la conveniencia de esta campaña utilizando argumentos económicos, encontrarán una nula disposición por parte de las administraciones públicas para facilitar datos y estadísticas que muchos de nosotros creemos deberían estar sujetos a una Ley de Transparencia existente en todos los países europeos, menos el nuestro.
  • El maltrato al cliente/consumidor por parte de las grandes empresas en España, especialmente de las “intocables”. De ahí que muchos ciudadanos se sientan ofendidos al tener que soportar diariamente la publicidad de una empresa que cuenta con el dudoso honor de ser la que más quejas acumuló en 2012 según FACUA en el sector de las telecomunicaciones, que a su vez es el sector que más incurre en todo tipo de practicas abusivas con sus clientes. Un puesto ganado a pulso tras años de facturaciones incorrectas, servicios de atención al cliente enervantes e inútiles, promociones engañosas y un largo etcétera.
  • Visto este panorama, en el que el cliente es directamente estafado, ¿quién va a protestar por la ausencia de pacto entre ciudadanía y empresa? Un feedback entre el sector económico y las necesidades ciudadanas es impensable hoy en día, en este país. Lo cierto es que Vodafone anunció el pasado febrero que mandaría a 900 personas más al paro, aplicando un ERE de un 20% de su plantilla en España. Si tenemos el día jugón, podemos calcular cuántas familias podrían vivir con el dinero invertido en una publicidad agresiva durante los próximos 3 años que durará esta campaña: suponiendo unos costes laborales de 1.500 euros (y tirando por lo alto), el ERE se reduciría un 19%. O lo que es lo mismo: 166 parados menos, a cambio de una línea libre de publicidad. ¡Si es que son todo ventajas!

Ante la ausencia de respuesta por parte de una Administración y unas políticas empresariales abusivas, al consumidor no nos queda otra que reaccionar por los cauces alternativos que creamos convenientes. La contrapublicidad es uno de ellos: algunos ya han empezado...
Fuente: El Diario

2 comentarios:

  1. Excelente reflexión como de costumbre.
    La venta del espacio público no es más que otra consecuencias de la venta de valores, de ideología, de razones.


    Un saludo.

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  2. Gracias, Anónimo. Desde luego que sí: la política económica cada vez se parece más a una sala de despiece. Saludos ;)

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