sábado, 29 de agosto de 2009

Los sufrimientos de las grandes marcas




Pobrecitas marcas. Una pena verlas colgadas de la burbuja de imaginario de la que se han rodeado a base de darnos jabón publicitario. Llega la crisis y la racionalidad consumidora recupera puestos frente a la seducción manipuladora, lo que no está nada mal. A fuerza de mirarse la cartera, el personal se da cuenta de que está pagando con su dinero el aura de prestigio interesado del que se han rodeado a base de campañas publicitarias en las que la información es algo segundario. Analicemos un poco el contenido verbal de esta esquela lacrímógena:
  • "Marcas líderes". Las que más se gastan en publicidad.
  • "Venden calidad". A precios no competitivos, que compensan con atributos ficticios añadidos a base de persuasión publicitaria. Este imaginario lo paga el consumidor.
  • "Por eso confías en ellas". De eso se encarga la publicidad, haciendonos "familiares" estos productos.
  • "Nadie conoce las marcas líderes mejor que tú". Sí, los creativos publicitarios, que saben enmascarar y escamotear deficiencias y realzar hasta la falsedad los aspectos más vendibles.
  • "Sabes que están ahí porque quieren darte la mejor calidad". Pretenden presentarse como una especie de ONGs del consumo, como si su única razón n la de busco fuera la de obtener el máximo beneficio en el menor tiempo posible, a través de todos los medios posibles que le permita la ley.
  • "Es una relación". Cierto, a base de persuasión publicitaria consiguen que algunos consumidores hablen con objetos, los amen y hasta los tengan como "el mejor amigo".
  • "... que se construye con los años y la experiencia". Te investigan, conocen tus puntos débiles y te cuelan el producto, consiguiendo que sueñes que...
  • "Eliges tú". Éste es el sueño de todo manipulador de voluntades.



Si nos fijamos un poco más, algunas de las marcas que pagan esta lacrimógena campaña no se caracterizan precisamente por preocuparse de la salud de los confiados consumidores, y más si se trata de niños, el grupo de edad más manipulable.



De Oreo y sus negras intenciones ya hablamos en El advergaming y la contaminación de las mentes infantiles.
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De Kinder Chocolate, basta comprobar su divertida página para comprobar cómo juega a lo mismo: fomentar la confianza y la complicidad, a base de escamotear la información necesaria para favorecer una alimentación sana. Al contrario, fomentan el consumo infantil ofreciéndoles pequeños regalos a cambio de atiborrarse a chocolatinas. Por ejemplo, nada menos que 65 Kinder Sorpresa para obtener una linternita o una bandolera.



Pobres marcas cuando se desmarcan sus manipulados consumidores.