El lunes nos llegó al Instituto el Anuario del 2006 y en su página 8 viene un artículo que comienza así:
Este artículo no lo firma cualquiera, ojo:
Cuando se lo he enseñado a algunos compañeros del Instituto ninguno se ha sorprendido. Debo ser muy inocente pues todavía conservo la capacidad de escándalo ante escritos como éste.
Equiparar la legalidad actual con la del Franquismo sólo tiene un nombre, ¿verdad?.
Si leíste el post sobre la campaña de acoso y derribo del PROYECTO DE LEY SOBRE PUBLICIDAD DE DROGAS LEGALES (I) , encontrarás en este tema otro magnífico ejemplo de hábil campaña de confusión informativa con el fin de desinformar y desviar la atención. El tema ha hecho tristemente famosa a nuestra ciudad reavivando sus rancios aires carpetovetónicos.
La frase final del párrafo, acusando de padecer incontinencia a los que reclaman la recuperación de la memoria histórica, manifiesta claramente lo poco que interesa lo que supuestamente reclaman, la memoria de la represión que se encierra en el Archivo General de la Guerra Civil, también llamado Archivo de la Represión. Hitchock lo llamaría Mc Guffin político.
Pues bien, como demócrata y profesor preocupado por transmitir a mis alumnos los valores de ciudadanía en un Estado democrático de derecho, no me puedo callar.
El final del artículo demuestra la obsesión por el tema de este señor y su periódico, hasta tal punto que inutiliza todo lo que él mismo ha escrito en los párrafos anteriores. De risa.
Por cierto: Este señor demuestra ser él mismo una víctima más de la campaña desinformativa. Los documentos del Archivo no son "de 1939 en adelante", sino "en atrás": proceden de las requisas de las tropas franquistas en el trascurso de la Guerra Civil, a medida que iban ocupando territorio. Su único fin: conocer a sus enemigos para continuar la represión cuarenta años más.
Tenía que escribir todo esto, de verdad. El silencio es otra forma de complicidad.
