martes, 2 de septiembre de 2008

La publicidad ¿a quién le importa?




La publicidad

nos importa a muchos

En Comunicación Audiovisual, profesores, alumnos
y ciudadanos a los que no nos gusta que nos tomen por tontos,
trabajamos para que la publicidad deje de jugar con nosotros,
para que deje de disfrazarse de servicio público,
vistiéndose de honesta y leal.

Nunca podrá pretender ser veraz
porque sólo puede ser eficaz con medias verdades mentirosas
que eluden el argumento racional.
Son emociones, no razones, lo que nos venden.

Tiene que ser necesariamente legal porque no tiene más remedio.
El problema está en los límites que le ponga una sociedad democrática.
Sólo puede ser honesta y leal con la empresa que le paga:
el objetivo fundamental es hacer caja.

En consecuencia,
sólo puede haber una publicidad responsable,
la que es obligada a dar cuenta ante la sociedad,
y en su caso en los tribunales,
de su responsabilidad fundamental
en el desforado consumismo dilapidador
de unas sociedades al borde del suicidio.

La autorregulación y el autocontrol
son una quimera en cualquier tipo de organización social.
Sólo funcionan cuando se ve cuestionada socialmente.
Se asume entonces como un mal menor y menos costoso
que una ley potente que frene sus excesos.

En suma: publicidad de la publicidad
disfrazada de dignidad y responsabilidad,
inversión necesaria para mejora la propia imagen del negocio,
y que la máquina siga funcionando.


Valga un pequeño ejemplo:
Nuestros alumnos (menores) reciben encantados estos "regalos".
Tomando una copa les dan un "rasca"
y reciben encantados camisetas, sobreros, mochilas, toallas, etc.
No lo olvidemos: droga dura, menores, publicidad gratuita
en todos los institutos y lugares de sociabilidad juvenil.
¿ Publicidad veraz, honesta, leal?.
Anda ya.



Reiniciamos con este post Comunicación Audiovisual. Aunque no tengamos ya la asignatura en Bachillerato, no tenemos excusas para dejar de trabajar en clase algo tan importante, ¿verdad?

Por cierto, un pequeño ejercicio: imagínate, en lugar de este prehistórico televisor (y su soporte, y el fondo), uno de plasma de 50 pulgadas en un salón moderno. Cambia la idea, ¿verdad?. Corren el peligro de que el público se ponga a pensar sobre la publicidad real, la que ve ahora todos los días. Y eso sería demasiado, claro.

8 comentarios:

  1. La autorregulación solo existe cuando te la imponen desde fuera.
    Me hizo gracia cuando, despues del accidente de Barajas, un juez exigió que las televisiones no emitieran imágenes explícitas de la tragedia, y estas respondieron que no era necesario que lo pidiera un juez, que ya tenían un código de autocontrol. JA!

    En cuanto a tu propuesta, aquí tienes el resultado:

    http://www.dataimagenes.com.ar/img/649124tele.jpg

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  2. Gran noticia este retorno crítico: indispensable, aunque no tenga horas lectivas: así nos va.
    Saludos

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  3. Totalmente de acuerdo, da-beat: la autorregulación sólo funciona con el miedo a la inspección y la ley. Por eso se revolvieron con toda su capacidad de influencia para acabar con la falsamente llamada "ley del alcohol".
    Nos debemos llamada, jaja

    Licantropunk: gracias a ti. No dejes tampoco de escribir esas críticas cinematográficas tan personales como fundamentadas.

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  4. Vi el anuncio y me hice algunas preguntas: ¿Por qué la tipografía se va empequeñeciendo a medida que se responde la pregunta. Acaso no interesa la respuesta.
    ¿Es sutileza o casualidad que la pantalla transparente la pared del fondo? ¿Es acaso una manera de decir que queremos una publicidad transparente, aunque sabemos que por definición no lo es?
    ¿Por qué el despiste de un escenario retro? ¿Acaso conviene despistar para que no pensemos en la publicidad actual?

    En fin... Principio de curso y ya con tantas dudas.

    Un saludo de bienvenida

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  5. La publicidad viene a ser como Frankenstein. Es una entidad "viscosa" hecha de muchos retazos, que absorbe por sus miles de filamentos capilares todo cuanto le rodea y nos lo devuelve y fagocita a su modo, reinventándose ( ¿autocontrolándose?), dividiéndose y multiplicándose ante nuestras narices ( y ojos y oidos) y llegando por las más insopeschadas vías ( intravenosas o extrasensoriales) al centro neurálgico de nuestras emociones.
    Ya no quedan productos que vender sino emociones que explotar. Alguien dijo también que el fenómeno de la publicidad constituye un discurso omnívoro, parásito y caníbal aunque siempre dispuesta a ofrecese en suculento banquete a quienes se acercan a ella con el monedero caliente y la ética helada.
    Un cordial saludo y me alegro que sigas adelante. Aquí estaremos, al pie del cañón.

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  6. Gracias lu y manuel. Un placer leeros. Enriquecéis con vuestras cuestiones y reflexiones el análisis del anuncio. De lo micro a lo macro, la publicidad, "el aire que respiramos", "entidad viscosa" que empaña todo el acontecer social, más allá de los productos y servicios concretos que nos vende, decora nuestro imaginario de sueños mediatizados por el mercado. Ya he comentado aquí su funcionamiento como religión alternativa. Volveré sobre ello otro día.

    ¿Cómo no llevar estos anuncios y estas reflexiones a nuestras aulas, sean de Historia, de Lengua o de Filosofía?. Sólo en la escuela se puede romper el límite temporal de atención que esperan de nosotros los publicitarios. Toda una sorpresa para los alumnos y un magnífico camino para "mejorar la conciencia"(R. Dawkins).

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  7. No se había cumplido el mes de la tragedia de Barajas cuando pudimos ver lo que sabíamos que veríamos (aunque reconozco que no me lo esperaba tan pronto): Las imágenes del accidente. El 3 de Septiembre comenté en este mismo hilo que las televisiones habían respondido al juez que tenían un código de autocontrol, y que no era necesario que un juez les obligara a no emitir lo que no iban a emitir.

    Hoy leo en la portada del País que "el juez exige que cese la difusión del vídeo" y que "el periódico se ampara en su derecho constitucional para emitirlo". No se hace referencia alguna (ni siquiera en las páginas del interior) a ningún código de autocontrol.

    Uno empieza a dudar. A lo mejor ese código no existe, y sólo se habla de él cuando no es necesario. Quizá es como el Evangelio de Jesucristo o las autopsias a extraterrestres: Sabemos que existen e incluso hay personas que dicen haberlo visto, pero...

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  8. Lo de siempre, se ve la paja en el ojo ajeno... Estos días El País y la Cadena Ser (supongo también que Cuatro) han caído en su propia contradicción, la de dar prioridad a la venta sobre el discutible interés informativo. La pela, siempre la pela, por debajo de la túnica de medios responsables.
    Un abrazo, Da-beat.

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