NOTA PREVIA IMPORTANTE: Esta entrada ha estado un tiempo reposando en la bodega de los borradores. Aunque trato de ser consecuente con lo que pienso, no tengo el más mínimo interés en convertirme en mártir de iglesia alguna.
Como puedes observar abajo por el número de comentarios y el "alto nivel" de elaboración de algunos de ellos, la entrada molestó mucho a algunas de las personas implicadas en la información. Se sintieron muy dolidas por sentirse víctimas de lo que entiendían como un ataque personal, a ellas y al pueblo. No fue mi intención, ni ahora ni nunca, realizar ataques o descalificaciones personales como los que, por otra parte, me dedican algunos con toda la mala baba posible. Se trataba, más bien, de utilizar una anécdota vivida en primera persona como síntoma de algo más grave y categórico que nos afecta como sociedad.
Como vi que me daba de cabeza contra una boina de cemento, y para ayudarnos a todos a dejar de mirar el dedo que apunta al problema, y centrarnos en él, terminé por retirar primero la foto, y después los datos directos del lugar. Mantendré, sin embargo, el sintomático nombre de la peña, que, por desgracia, no debe ser algo excepcional de pueblo alguno.
Tampoco tocaré los comentarios publicados. Más bien lo contrario: los he incorporado a la entrada para impedir que los autores de las deposiciones presentes los puedan eliminar. Ellos mismos, sobre todo los que bajan al insulto y la descalificación personal, amparándose incluso en el anonimato, son el mejor (auto)retrato de una forma de ver y entender la realidad social y educativa en nuestros pueblos.
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La ignorancia a veces tiene algunas ventajas, entre ellas la de de provocar asombro en quien desconoce algo que para otros es "normal" por habitual.
Fiestas populares en un pueblo castellano de la España profunda. Desfile de peñas. Unos niños de la familia me han hablado de la Peña Matones y la canción que cantan sin parar por las calles del pueblo:
"Alcohol, alcohol, alcohol, alcohol, alcohol,
hemos venido a emborracharnos,
el resultado nos da igual"
Los veo en la plaza, todos con una camiseta con calavera y el sintomático nombre de la peña. Me acerco a ellos para hacerles una foto y me comentan que la peña la forman unos 15 niños de 8 y 9 años.
Cuando comento, asombrado y escandalizado, el asunto a mis amigos , me informan como lo más normal del mundo que se trata de una canción que se canta en los estados de fútbol.
Google reafirma mi ignorancia mediática con más de
cinco millones de entradas con "alcohol, alcohol, alcohol, alcohol, alcohol" (cinco veces) que es, al parecer, una canción de
Los Inhumanos.
Cuando estamos en los comienzos de un nuevo curso, surge la
obligadas preguntas: ¿dónde están los padres?, ¿Así empezaron los papás de Alcorcón?, ¿qué podemos hacer desde la escuela cuando desde el poder se permite la banalización de las drogas por medio de la publicidad y el marketing?, ¿para qué sirven las costosas contracampañas mediáticas?, ¿es la religión del mercado la que socializa con más eficacia a los sujetos?,...
Ya hemos escrito aquí mucho sobre el tema. Mientras a los políticos se les llena la boca mientras se palpan el bolsillo, la sociedad se lava las manos:
para eso (y mucho más) está la escuela.
No perdamos la capacidad de asombro, que la actitud de
"El maestro ignonante" , sobre todo el ignorante digital, está llamada a ocupar un papel importante en mundo de la web 2.0,
las redes sociales y la
educación expandida.
Feliz comienzo de curso a todos los colegas, alumnos y lectores de este blog. Por una vez en 3o años (¡¡!!) me dedicaré a mirar un poco desde la barrera el tinglado educativo: desde el 1 de septiembre disfruto de una licencia por estudios centrada en el desarrollo de un entorno web 2.0 de mi instituto. No me voy muy lejos precisamente.
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