miércoles, 8 de octubre de 2008

Interesado reportaje sobre la publicidad en El País


Con el título "La publicidad no está para educar", apareció el pasado 15 de septiembre un interesante reportaje sobre la publicidad en El País.

Conviene leerlo para apreciar los límites de los medios respecto a la mano que les da de comer. Medios y publicidad viven unas relaciones sinérgicas, que les hace imprescindibles mutuamente.
Todo ello venía a cuento de una directiva de Bruselas que pretendía acabar con el cuento ecológico de los fabricantes de coches.

La sagaz periodista juega a reportera neutral, dando aparentemente la palabra a todos los sectores, pero el disfraz de Doña Poncia Pilatos se pone en evidencia, empezando por el títular, la entradilla y los ladillos, y terminando con el juego del bocata, que neutraliza los 3-4 párrafos centrales con la opinión de los partidarios del control social, trufándolos bien por arriba y por abajo con abundantes cuestionamientos críticos de la norma. Son de los que "Pese a la existencia de estos controles, no todos confían en la autorregulación".

"Mientras la idea complace a ecologistas y asociaciones de consumidores, la industria, los anunciantes y los editores están soliviantados. La perciben como un zarpazo a la autorregulación y ven avecinarse un celo proteccionista que va mucho más allá de la obligación de informar al consumidor"

Hay una magnífica perla, puro cinismo, digna de un análisis pausado:

"Partimos de un principio", dice Jaime Gil Robles, presidente de la Federación Española de Bebidas alcohólicas y Espirituosas (FEBE). "La publicidad no es buena o mala". Añade: "Hay mucha demagogia, sobre todo por parte de las autoridades. Parece que inducimos al mal comportamiento. Hay que conjugar el objetivo del anuncio, que es vender, y la responsabilidad, por lo tanto no es necesario que intervenga el Estado, porque promovemos un consumo responsable. El nuestro es un sector hiperregulado. El argumento de la Administración es 'como no puedo evitar que los menores beban, prohíbo la publicidad de bebidas de más de 20 grados'. ¿Han dejado de beber los menores? No. Ocurre algo similar con la obesidad infantil. Si los padres van al supermercado y compran todo lo que tiene grasa... Con represión no se arreglan las cosas, y para un Gobierno es más fácil culpar a las empresas que a los ciudadanos. Si además de autorregular o incluso corregular, hay más restricciones y encima se pide a la publicidad que eduque, perdemos libertad"


Conclusiones interesadas:

- La publicidad no está para educar (pero sí para desinformar, distorsionar y manipular las conciencias).
- Quienes tienen que educar son los padres y la escuela (y ellos son los culpables de todo y más, por supuesto).
- La publicidad no tiene nada que ver con el gravísimo problema del alcoholismo entre los jóvenes. (es más, promueven un consumo responsable)



PD:
Cuando se publica este post ya sabemos que la directiva de la UE no ha prosperado. Faltaría más: para eso están los poderes mediáticos y el peso de sus más apreciados clientes. Este artículo sólo era una cuña de presión más.

4 comentarios:

  1. Sí, vaya perla. Es increíble que este señor se atreva a afirmar que entre vender y responsabilidad no hay ningún vínculo. Eso que se lo digan a los millones de enfermos de cáncer por el tabaco. La publicidad está no sólo para que se venda el producto P sino para provocar una necesidad "X", un anhelo "Y" y una satisfacción "Z" . Y en este camino es donde es verdaderamente peligrosa y efectiva la publicidad. De acuerdo, el señor va al súper y viene atiborrado de productos con grasas. Es su responsabilidad.Pero el porqué de su régimen alimenticio ni se cuestiona. Allá él.
    Ellos lo plantean así, en monólogo: Nosotros (los publicistas) "vendemos" el producto ante de venderlo. Lo que haga el comprador ya no nos incumbe, es su problema, salvo que no vuelvan a comprar mi producto . Si no compran, a lo mejor no comemos.Y nosotros comemos de esto, porque los empresarios y fabricantes también comen de esto.Y si más comen, mas comemos nosotros.Entonces hagamos que compren. Al precio que sea.
    ¿Con falsas ilusiones? pues con falsas ilusiones.
    ¿Con mentiras? pues también, por qué no.
    ¿Con provocaciones? pues sí, eso vende.
    ¿Con reclamos eróticos? Por supuesto, eso vende todavía más.
    ¿ Con ética? Mire, eso no sé como se vende porque nosotros ( los publicistas) vendemos deseos, creamos el envoltorio adecuado y los clientes compran productos "envueltos" para el placer de adquirirlos.¿Por qué privar a los clientes de satisfacerlos con la publicidad?¿ Por que quitarnos nuestras mejores armas de seducción? .Eso quieren ahora ( las autoridades) con el Auto control.Sin duda, eso va mas allá del "derecho" a la información ( y satisfacción) del cliente...su libertad.

    PD. Cinismo puro, el del señor Jaime Gil Robles.

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  2. hola Angel. El otro día me picó la curiosidad de saber si aún continuabas con el blog de comunicación a pesar de haber desaparecido la asignatura. Ya veo qué sigues con ello. Me pasaré a menudo porque no quiero dejarlo de lado y olvidar todo para el curso siguiente. Con respecto al post, hay algo que no entiendo. La publicidad no influye a los jóvenes en el consumo de alcohol? Yo creo que algunos si y otros no, pero un no rotundo es imposible. Xao.salu2

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  4. Sí, Manuel, puro cinismo. Con la publicidad y sus cantos a la libertad (de mercado) pasa como con los mercados financieros y la crisis en la que estamos metidos. Pensar que ella sola se va a autorregular, jugándose lo que se juega, es uno más de los sueños de la razón. La razón social, el interés colectivo, la defensa del ciudadano y el Estado que (al menos en principio) le representa, deben cumplir su función de regulación y control sin falsos pudores.

    Susana, me encanta verte por aquí, ya lo sabes. ¿Cómo no va a influir, si se gastan para ello enormes sumas de dinero?. Fíjate, una de las influencias más perniciosas y persistentes es esa atmósfera de alegre confianza y despreocupación con la que ha conseguido disfrazar los riesgos y consecuencias del consumo de lo que, sin eufemismos, es una droga dura.

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