Mi compañero
Raimundo Rodríguez, siempre con su aguda mirada, me hace reparar en la portada de
El Adelanto de ayer. Se trata de un buen ejemplo de la distinta forma que tenemos de decodificar imágenes y textos. Mientras el
lenguaje verbal pone en acción el
análisis y la argumentación, el
audiovisual dispara la
intuición y las
reacciones emotivas.
Compruébalo tú mismo:
El
titular nos habla de planes para
"mejorar la seguridad en accidentes de motoristas" y el
pie de foto ancla nuestra mirada en los
riesgos de "guardarraíles peligrosos" de la carretera por la que viaja un motorista. La imagen, en una mirada apresurada (la habitual), se convierte así en un
argumento de respaldo a la afirmado en el texto.
Sin embargo, cuando aplicamos a la imagen el
análisis racional, nos damos cuenta enseguida de la
falacia: el
riesgo que se muestra en ella no está tanto en los
"guardarraíles peligrosos", como en la conducta temeraria de un motorista que circula veloz por el carril contrario.
¿Cuántos lectores caen en la cuenta de esto?.
La
alfabetización audiovisual nos debe ayudar, precisamente, a
echarles el alto a las imágenes, como la policía debería hacer con el motorista, impidiéndoles jugar a sus anchas y con ventaja al servicio de quien las produce o publica.
P.D. (14 dic.)Antonio ha mirado la imagen como lo que es (una
re-creación de la realidad) y, dándole la vuelta, ha venido a solucionarle la papeleta al avispado maquetador de
El Adelanto.
¿Quién se hubiera dado cuenta entonces de que la matrícula delataba el truco?