Reenamórate de la conducción con Toyota Auris Hybrid.
Descubre (...) cómo el Toyota Auris Hybrid sigue siendo
Descubre (...) cómo el Toyota Auris Hybrid sigue siendo
divertido incluso en el tráfico más caótico del mundo.
(en la canal oficial de Toyota, donde se encuentra este vídeo)
La publicidad tiene por objetivo abrirse paso en nuestra mente y dejar allí su regalito, cuanto más adentro mejor. Una de las llaves más efectivas y por las que más al fondo es la de la empatía. Por eso hay tantos anuncios que consiguen "tocarnos la fibra" allí, en el fondo, y dejarnos bien empaquetada su toxina inductora a la compra y otros comportamientos.
No debe extrañarnos, por lo tanto, ver a todo tipo de personas, con mayor o menor formación, cayendo inocentemente en la trampa de convertirse en portadores virales de la toxina del consumo y el envoltorio ideológico que le acompaña.
Traigo este spot y esta reflexión después de que un colega tutor en los cursos online del INTEF lo publicara en un hilo de la "Cafetería", ese espacio donde se comentan y comparten cosas en un ambiente cordial y relajado.
Las reacciones de varios colegas celebrando el spot me provocaron la escritura de estas palabras y las dos imágenes que siguen. Lo traigo aquí por lo sintomático que resulta para una escuela que no ha puesto aún el foco en algo tan decisivo para la formación de ciudadanos independientes y con criterio en la sociedad de la información.
No quiero aguaros la fiesta, por favor, pero os pido que os fijéis en la carga ideológica subyacente en el spot (en todos los spots). Saben sus creadores que no estamos en India, pero que la situación recreada es un perfecto reflejo del caos que crean los coches en nuestras ciudades. Este aspecto, que tanto nos tiene que hacer reflexionar como ciudadanos, no lo pone en cuestión, sino que lo convierte en argumento para vendernos un coche y seguir a lo nuestro, ajenos al caos que estamos contribuyendo a provocar. El yo, mí, me, conmigo, en singular y a mis cosas, ajeno por completo al horror en el que estamos convirtiendo nuestras ciudades.
Y sí, está muy bien hecho técnica y narrativamente. Su efectividad se demuestra en que lo traigamos a este hilo de profesores, en que nos "llega", nos "toca", y lo viralizamos gratuitamente, sin cuestionarlo. Así es como la publicidad y la destructiva ideología del consumo que le acompaña permea nuestras mentes como pensamiento único, sin alternativa. Como la gota malaya.
Perdonad si me he puesto serio, pero es que la alfabetización digital, a la que estamos contribuyendo con este curso, se quedará muy floja si no se acompaña de otras alfabetizaciones como la mediática y la audiovisual, que ayuden a nuestros alumnos a sacar la cabeza de este mar de obscenidades ideológicas que lubrica los medios, y poder respirar aire fresco y crítico con un estado de cosas impuesto.
Podríamos traer aquí también otros anuncios tramposos como el de la lotería de navidad de este año o mismamente todos los de Bankia. ¿Por qué serán tan buenos los anuncios de los grandes bancos, las eléctricas y las multinacionales?
Una de las funciones esenciales y urgentes para la escuela de este siglo deberá ser la educación del deseo, la de ayudar a ciudadanos en formación a que aprendan a soñar sin la estrechez de miras que impone esta sociedad de consumo ajena a la destrucción de la civilización que está provocando. Casi nada.
Estas pintadas que añado lo expresan mejor que yo.
Os pido de nuevo que seáis benignos conmigo y esta salida del tono de la conversación.
(posdata 28 nov)Un saludo cordial
Ángel
Agradezco aquí a mis compañeros sus comprensivas respuestas posteriores, en las que comparten estas preocupaciones, en lugar verlas como una salida de tono en un contexto distendido.
Pintada en las calles de Salamanca
A mí todo esto me ha servido de acicate para volver a este blog en el que estaban creciendo demasiado las telas de araña.
Tenemos que seguir peleando por que estas alfabetizaciones tan necesarias para una sociedad democrática se vayan haciendo un hueco en la educación básica de todos los ciudadanos.
Y siempre, siempre, que "toquemos" o manipulemos estos productos tóxicos debemos ponernos los guantes de la crítica y advertir de los riesgos de su uso: